Juan de Molina: corrector de antaño, caballero defensor del castellano

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Juan de Molina fue el corrector de “Alderique”
Juan de Molina fue el corrector de la edición traducida del Libro del esforzado caballero Arderique (1517).

Al inquirir sobre la labor de los “defensores de la lengua española” de ayer y hoy, un nombre surge de los anales de la edición: el bachiller Juan de Molina, corrector de textos que a mediados de la segunda década del siglo XVI llegó a demostrar con su pluma un cuidado ejemplar de los escritos en castellano a su cargo, en un proceso aún engorroso a pesar de las entonces casi siete décadas de existencia de la imprenta de Johannes Gutenberg.

Molina era un traductor oriundo de Ciudad Real, cuya actividad editorial en la época posterior a los incunables abarcó el período entre 1515 y 1550, de acuerdo con Stefano Neri en su Lepolemo. Guía de lectura (2006, p. 7).

Nacido cerca de 1485 y fallecido después de 1552, Molina fungió como corrector de la edición traducida del Libro del esforzado caballero Arderique correspondiente a 1517 en la ciudad de Valencia, que aparentemente ya circulaba por la península ibérica en 1477 como un libro manuscrito.

Impulsor de las prensas valencianas a lo largo de su vida, este personaje bien versado en el ámbito nobiliario obró como corrector de la segunda edición de la Crónica de Lepolemo de Alonso de Salazar en 1525 y como editor del Enquiridión de Erasmo de Rotterdam en su versión de 1528.

Su trabajo de letras, enfocado en traducciones de la más diversa especie, culminó con la traslación de las Homilías de Alcuino en 1552.

 

Las notas del corrector

En lo que a su peculiar estilo de corrección se refiere, las notas de Molina en el colofón del Arderique se leen como jocosas excusas infantiles: “No te ofendan, lector gracioso, algunas pajuelas que en la presente obra hallarás, las cuales, sin mudar la sentencia, adulteran sólo las palabras”.

Luego, el intelectual introdujo la que sería una de las primeras fes de erratas de la historia del castellano, uno de los esfuerzos iniciales por uniformizar los criterios lingüísticos del futuro español estandarizado: “…por voluntad, volubtad; fo. VI, por gana, gaga; fo. LXVIII, por determinado, determenado; fo. LX, por muerto, muerte; eodem fo., por lo avía, louía”.

Molina insistió seguidamente con una justificación que resultaría imperdonable y no menos hilarante en una publicación moderna: “Y piensa que si Homero tan bueno tuvo licencia de algunas veces dormir en la obra, nosotros [se refería al impresor y al corrector] con muy más ligero perdón lo haremos, como aquellos que no tenemos tanto cabal de letras y experiencia”.

 

El corrector también se equivoca

La sorprendente franqueza de Molina respecto a las posibles fallas en su proceso correctivo era uno de sus rasgos más notables. Como responsable de la traducción de las Epístolas de san Jerónimo en 1520, Molina advirtió al final de ese título: “Si por ventura hallares letra más o menos cambiada (que pienso serán bien pocas) el Componedor y Corrector y yo con ellos humildemente pedimos venia: confesando que ni pudimos ni supimos más hacer”. Así se lee en Libros españoles y portugueses del siglo XVI, impresos en la península o fuera de ella, de A. Millares Carlo (1977, p. 204).

Las “disculpas” de Molina, impensables o hasta imprácticas de incluir en un libro de nuestro tiempo, lucen como sinceras muestras de humildad y respeto hacia el lector del siglo XVI, algo que una simple línea con su nombre en los créditos al comienzo de la obra no habría sido capaz de transmitir.

Acerca de las razones del particular estilo de Molina, basta recordar su circunstancia. Después de todo, ¿de qué habría servido asegurar que un título fue revisado por el mejor corrector cuando, al inspeccionar el ejemplar definitivo, se hubiera probado lo contrario? Es natural que el afamado traductor optara por semejante medida para demostrar con bizarría, cual caballero andante, que hasta él mismo podía pecar.

 

Referencias bibliográficas

  • Millares Carlo, A. (1977). Libros españoles y portugueses del siglo XVI, impresos en la península o fuera de ella. Madrid: Real Academia de la Historia.
  • Neri, S. (2006). Lepolemo (Valencia, Juan Jofre, 1521). Guía de lectura. Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos.
  • Pérez Priego, M. Á. (1981). “La obra del bachiller Juan de Molina, una práctica del traducir en el Renacimiento español”. Anuario de la Sociedad Española de Literatura General y Comparada, Vol. IV (1981), pp. 35-43.
  • Real Academia Española: Banco de datos (Corde) [en línea]. Corpus diacrónico del español. http://www.rae.es [Consulta: 7 de noviembre de 2017].
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